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7/5/09

Los Caudillos

Un video juego me lleva a pensar en los “caudillos futbolísticos”, expresión periodística usada para referirse a esos jugadores de fútbol que se colocaban a las espaldas toda la presión de un estadio y de las circunstancias de algún encuentro. Menciono al video juego porque cuando en unos partidos virtuales, por más pases, centros, gambetas o tiros desde fuera del área, no encuentro estrategia para vencer al arquero rival, y es ahí donde sale a relucir mi “caudillo”, un jugador de características excepcionales, adquirido por un buen precio a un equipo que lo tenía a menos. Donde prescindiendo de toda colectividad, es el mejor carrilero, el mejor defensa, cerebral mediocampista o infalible delantero. Sí, ese caudillo me ha salvado de derrotas inevitables, de eliminaciones trágicas cuando ya todo lo veía perdido.

Aunque para que surja un caudillo futbolístico, necesariamente el resto del equipo debe ser inferior, y no me refiero a la calidad de juego, sino temperamento. Y ahora me refiero al mundo real, a los partidos de fútbol donde hay un jugador que con su carácter es capaz de irradiar confianza y valor a sus compañeros. No es sencillo mantener el ánimo cuando los pases no llegan, los tiros se desvían o peor aún, cuando anotan en contra. Recuerdo grandes caudillos de fútbol peruano, José Soto del Alianza Lima, José Luis Carranza de Universitario de Deportes, José del Solar de la Selección Peruana en la época desastrosa de principios de los noventa, el ”viejo” Balerio del Sporting Cristal del 97 (subcampeón de América) o los correctos Ibañez y Carty del Cienciano campeón de la Copa Sudamericana del 2003. Y apreciar a un caudillo en su esplendor tiene sus bemoles, ellos aparecen cuando los jugadores andan desorientados, no hay ánimos o lo peor, cuando el marcador ya decidió la suerte del resultado final. Ser espectador de ellos es un acto de fe, resistir el desánimo de tu equipo y luego ver en su juego el fortalecimiento del temperamento del grupo.

Un caudillo histórico y ganador del fútbol peruano, Héctor Chumpitaz, no lo vi jugar, pero el recuerdo de su juego aún alimentan las historias casi mitológicas de mi padre sobre lo que fue alguna vez el futbol peruano, decían que no gritaba ni reclamaba, simplemente imponía su carácter con buen fútbol pues era un defensa impecable e implacable.

El primer mundial que vi a conciencia, fue el último mundial de los caudillos, México 86, recuerdo a Francescoli, el uruguayo corriendo como el único soldado en el campo de batalla ante la goleada devastadora dada por Dinamarca, que en Michael Laudrup tenía al eje de toda su estrategia, a Butragueño al mando de la selección española, a Hugo Sánchez, la carta gol mexicana, a Maradona, la expresión más perfecta de lo que debe ser un jugador de fútbol, a Rummenigge y Voeller temperamentales y enérgicos alemanes, el duelo entre Careca y el francés Platini y al destacado jugador inglés Gary Lineker. Era para deslumbrarse ese mundial, figuritas de álbumes que cobraban vida en este mundial de fútbol, expresión de valentía y orgullo por camisetas que ellos creían banderas.

Jugadores como esos son pocos, porque el orgullo y el respeto ya no es moneda corriente en estos tiempos de egocentrismo mediático. Sé que estos son sólo jugadores de fútbol, pero son seres humanos que tenían bien en claro lo que significa la responsabilidad de tener en su ser, el corazón de un grupo humano en situaciones adversas, porque los caudillos no sólo tienen corazón para mover las piernas y correr cuando ya no hay aliento, sino para mover las de sus compañeros cuando estos se han rendido.

Extracto de la película "Héroes", partido Uruguay vs. Dinamarca

13/4/09

El Mejor Oponente


En el primer clásico Alianza - U toda la fuerza de la disputa deportiva entre Mario De las Casas y Jorge Kocho y Sarmiento. Fue aquel partido que terminó a goles y bastonazos

El gran oponente, el generador de lo mejor de uno, es el que ayuda a sacar lustre a la grandeza interna de cada luchador. Cuando estos grandes rivales se enfrentan siempre estamos con los ojos expectantes por ver su mejor desempeño. No hubiese sido lo mismo ver la Fórmula 1 sin los duelos entre Alain Prost y Ayrton Senna, el Ajedrez sin Anatoli Karpov contra Gari Kasparov, o los paralizantes Boca - River y el Barza – Real Madrid. En el Perú, dos equipos que nacieron con ganas de gloria son el Alianza Lima y Universitario de Deportes, el primero, el equipo de los negros y los pobres, el segundo, de los blancos adinerados, aunque hoy esas grandes rivalidades clasistas ya no existen. Sin embargo, encontramos gente de uno u otro bando bramando por un equipo que representa la antípoda de su situación social.

Pero eso ya no interesa, los Clásicos de fútbol, son eso, equipos de longeva trayectoria con seguidores fieles a su destino, sea en la gloria o en la derrota, ya que como dicen muchos comentadores deportivos no importa en qué situación se encuentren pues cuando toca enfrentarte a tu rival eterno, es un universo aparte. Porque uno siempre quiere derrotar a ese amigo que sacó lo mejor de uno, el que te inspiró a perfeccionarte para vencer al más duro rival.

El Alianza Lima no sería lo que es sin su compadre Universitario y viceversa, pero no es fácil ser el mejor, nadie impone un clásico, tal vez la televisión y sus trucos publicitarios con sus “nuevos clásicos” pero la realidad nos dice que si no está en los ojos de los hinchas la rivalidad acérrima entre los oponentes esos duelos no existen. Seguir la competencia palmo a palmo durante casi cien años es admirable, un combustible inspirador dominante en la conciencia de quienes defienden sus camisetas y las de sus hinchas.

Aún a estos grandes equipos les falta los palmares internacionales, quién sabe si cuando conquisten alguno un campeonato internacional el otro le siga por la ansiedad de tener también el suyo.

Yo respeto esa rivalidad, jamás he llamado gallina a un hincha de la U (a excepción en los clásicos, ya que si no saltas ni cantas cuando estás en medio del "Comando Sur", te cae tu golpe), ni menos he pretendido justificar alguna superioridad institucional. Porque al compadre se le respeta, en la cancha duro con ellos, alentar hasta que el rival doble las piernas pero luego aprender de sus virtudes para derrotarlo.

De lo que pude ver, mis respetos por la U de finales de los 80 y comienzo de los 90, ellos jugaban unas decorosas Copas Libertadores, el equipo de Roberto Martínez, Chemo del Solar y Carranza era pura garra, no ganaban, pero empataban con mucho coraje sus partidos. Me agradaba verlos porque sabía que lo darían todo, sobre todo Jose Luis Carranza, el último caudillo crema. También recuerdo con agrado al Cristal del 97 dando cátedra al Velez de Chilavert, al Bolivar en la Paz, al Racing con baile incluido, deleitándome con sus golazos mágicos e impredecibles. Del Cienciano (lo mas superlativo), su tozudez y terquedad por el gol, el baile de Carty y la humildad de Morán.

No hay que dejar que el fanatismo nos impida degustar el buen fútbol, aprender a verlo para poder asimilarlo y vencer al rival.

El Alianza Lima siempre será el equipo alegre, el burlón con buena onda, su juego ameno, libre de impostaciones dramáticas, me he divertido ver jugar al Alianza, como he renegado a rabiar por sus excesos y defectos.

Para terminar, solo quiero recordar un partido que vi allá por el año 94, si mal no recuerdo, jugaban Sporting Cristal vs Defensor Lima, el marcador fue de 11 a 1 en contra del segundo, ver la impotencia del rival y la contundencia del Cristal me hizo pensar: ”Cómo es cuando te respetan, si te pueden meter 11, lo harán” Cristal nunca pisó una bola de más, ni hizo malabares, todos iban hacia el arco como si estuvieran delante del Gremio de Porto Alegre, Cristal respetaba al campeón nacional del 74, por eso le metió once. Luego de eso el Defensor Lima desapareció, le aniquilaron el espíritu y lo mandaron a la Segunda a que recupere el valor que los hizo ser campeones.

Entonces, la mística de los clásicos de futbol se halla en ese sentimiento de probar la grandeza espiritual y deportiva de un equipo. Cuando el año pasado casi Alianza Lima desciende, los de jugadores de Universitario de Deportes declaraban que si tiene que descender así debe ser, pero no lo deseaban, ya que ellos sabían que el Alianza es el espejo de la U y nosotros que la U es el espejo del Alianza, porque cada vez que se enfrentan podemos ver qué tanto fervor posee cada uno por el fútbol.

Así, los días de victoria, nuestro equipo está en las cumbres digno legado de sus antepasados, si perdemos, ofensa grave hacia la gloriosa tradición aliancista.



Cornelio Heredia y Alberto Terry (capitanes de ambos equipos). "El Brujo" y "El Gringo". Dos jugadores con todo el color y calor de la hinchada. Fueron básicos en las formaciones de Alianza y la "U" en los años 50.


Juan Emilio Salinas y Segundo Guevara. "nueves" los dos goleadores. 




Juan Carlos Oblitas con Teófilo Cubillas. Dos cracks en blanco y negro para cualquier equipo del mundo. El primero actuó en España, México y Bégica. "El Nene", en Suiza, Portugal y Estados Unidos. Han sido verdaderos embajadores de nuestro deporte.




Foto con historia: Son los hermanos Humberto y Eduardo Rey Muñoz.



Challe y Sotil: Dos astros peruanos en el Mundial del 70 jugado en México. Flojos para el entrenamiento pero señores del balón en la cancha. Constituyen parte de la época dorada de nuestro balompié. Llegaron a enfrentarse en los clásicos



12/4/09

Alejandro Villanueva

Don Manolo Puente y Alejandro Villanueva flanquean a uno de los primeros árbitros extranjeros que tuvo nuestro fútbol. Manolo Puente fue figura principal del Atlético Chalaco, mientras “Manguera” dictó cátedra en Alianza.




Alejandro Villanueva encabeza el equipo aliancista que ingresa a la cancha. Era la década del 30 al 40 y si de “negros diablos” se trata … “Manguera” era de los mejor con la pelota ante los rivales.





Alianza 1930

El maestro y guía, Don Alejandro Villanueva momentos antes de jugar un partido


Jóser María Lavalle, Alejandro Villanueva y Kochoy Sarmiento, fueron la sensación en el Mundial de 1930 en Montevideo





No volverán

Fotografía de la formación del Equipo que falleció en el accidente del Fokker (Pucalpa 1987)

Recuerdo el 8 de diciembre de 1987, una noticia de último minuto emitida por Canal 2, en su noticiero “90 segundos”, confirmaba la desaparición del avión Fokker F-27 AE número 560 de la Marina, en ella viajaban 44 personas de los cuales16 eran jugadores del club de fútbol “Alianza Lima”। Tenía 9 años y por la noche, cuando llegó mi padre de trabajar, le pregunté, ¿qué es lo que ha pasado?, él me dijo: “se ha caído el avión al mar”. Aún sin comprender le insistía por lo que realmente había pasado con el equipo de fútbol y si ellos podrían jugar nuevamente, pero me dijo que no, que nunca más lo iban hacer.

Aún era pequeño para entender la seriedad del asunto. Mis recuerdos del juego de ese tan joven equipo, del que todos hablaban, eran pocos, eso sí, identificaba al arquero Gonzales Ganoza (por el mundial del 82), a “Pechito” Farfán, Tomasini y el extraordinario pique de Susoni।

Mi padre es “hincha” del ”Alianza” por lo que también adopté esa fijación por ese equipo, aunque en mi colegio todos mis compañeros creían que “era” del Sporting Cristal por la pelota que llevaba a mis clases de educación física y en ella aparecía el logo de ese club. Nunca fuí bueno en el fútbol, pero estaba ahí dándole duro a la pelota, aunque sea estorbando al rival ya que mi insistencia era porque mis pequeños amigos separaban la clase entre los hinchas del Alianza y los de Universitario, entonces en los recreos o las “salidas” teníamos encarnizados partidos donde se jugaba el honor de nuestros equipos, sea con unas pelotas hechas de pantimedias con relleno de arena, de papel cubiertas con cinta adhesiva o una vieja chapa. Eran partidos a muerte o hasta el sonido del timbre escolar o el recojo de nuestros padres. Sí, ese era el recuerdo que tengo del Alianza cuando sucedió esta tragedia, pero tampoco puedo olvidar las imágenes del mar del distrito de Ventanilla donde los pescadores, la gente en las orillas o la policía, buscaban algún rezago de vida.

Me imaginaba que luego de la desaparición del equipo, nada sería igual, que no volvería a ver a estos cuatro jugadores en algún partido de fútbol, y más aún, no sabría el significado de ser hincha de un equipo campeón.

La tragedia vino acompañada de grandes actos de solidaridad, ver a leyendas como Cubillas o Cueto unirse al “Alianza de emergencia” para honrar al campeonato iniciado, o las venidas de los jugadores del Colo Colo y del Independiente para completar una nómina mínimamente competitiva y darle un final decoroso al club que podría haber sido el campeón nacional de ese año।

Sé que hay muchos hinchas que recuerdan esta vivencia con mayor detalle, que sufrieron no solamente al ver a su equipo desaparecer, sino la muerte de estos seres humanos que tenían como estilo de vida llenar los días del hincha con diversión, euforia y victorias, jóvenes que pateaban una pelota vistiendo el uniforme de un club con mucho significado sentimental। Es así que este blog lo abro para recordar algo de la historia del Alianza Lima, en ella pondré muchas fotos de un maravilloso libro llamado “200 clásicos de historia” de Lorenzo Villanueva (testimonio gráfico), publicado en el año de 1988, texto que salió conmemorando los 200 clásicos jugados entre Alianza Lima y Universitario de Deportes hasta ese entonces, donde también se incluye un capítulo dedicado al accidente del Fokker. De este libro tomaré los datos referenciales de las fotografías así como extractos de algunos de los escritos incluidos, también agregaré algunas imágenes que vaya encontrando en algún otro medios de comunicación.

De antemano les agradezco su visita y sus comentarios, finalmente si desean agregar alguna información, gustosa esta página la aceptará. Muchas Gracias